Por: Rolando Milian Dardón
Hablar acerca de la disciplina representa algunos retos. El que más resalta en mi opinión es el cómo nos relacionamos al concepto de disciplina. Es algo que aprendemos en los primeros años de nuestra vida y unido a esto se encuentra nuestra relación al concepto de éxito. Un cúmulo de creencias, algunas limitantes otras liberadoras, se ponen en marcha en nuestra mente cuando de alcanzar una meta u objetivo se trata. Desde que parte en nuestro interior nos relacionemos con el éxito depende en gran medida que tomemos las acciones necesarias para lograr aquello que queremos. Todos queremos lograr cosas, objetivos, metas; pero, qué separa a aquellos que lo consiguen de los que solamente lo sueñan.
“La disciplina”

La disciplina no debiera ser nunca entendida como represión o una imposición. Al final nada en la vida es obligación, ¿no crees? Cuando examinamos los mandatos sociales y familiares nos podemos dar cuenta de cuantas de las cosas que tenemos o que hemos alcanzado responden a los sueños o aspiraciones de nuestros padres, hermanos o figuras de autoridad. Cuando nos ponemos en acción para cumplir con las expectativas de alguien más es cuando la disciplina se torna pesada, una carga, una imposición. Para contrarrestar esto es menester evaluar e indagar en mi meta y asegurarme que sea algo personal. De esa forma vamos a lograr comulgar la disciplina con una actitud relajada y descontraída de la vida. Cuando podamos movernos del “debo” y “tengo” como algo dictado por alguien más, hacia el “quiero” y “puedo” como declaraciones que surgen de mi propia escala de valores encontraremos la acción que nos hace falta.
Creo que al final, todo se resume en validar nuestras metas, mantenernos motivados y elaborar planes que nos muevan a la acción. La acción es lo más difícil de llevar a cabo pues el motor de la motivación no está siempre encendido y se ahoga cuando permito que la visión limitada de alguien más me dicte lo que puedo o no puedo lograr. Buscar actividades que nos emocionen y nos apasionen es vital. Recordarnos constantemente lo que deseamos obtener para que nuestras acciones vayan hacia ese lugar. Y realmente permitirnos tener éxito. Lograr transformar el “quiero” (que es importante para definir el objetivo) en “puedo” y “lo haré”. Nada nos detiene más, que nosotros mismos. Si logramos dejar de interponernos en la vida plena que nos merecemos y podemos tener, los demás obstáculos serán nada.

En síntesis, la disciplina es una herramienta sumamente importante y útil, no debiera ser una imposición externa. Para mantener la disciplina es necesario tener un objetivo primario, pequeñas metas que me acerquen al objetivo mayor, un plan de acción y compromiso. La felicidad y el éxito son nuestro derecho, dejemos de interponernos entre lo que queremos ser y abracemos todo el potencial para poder elevarnos hacia otro nivel.