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Quienquiera que niegue que todo proviene del Creador está, literalmente, maldiciendo a Dios.
Algunas personas creen que no necesitan al Creador y otros ni siquiera saben que lo necesitamos. Se creen que merecen todo sólo porque sí, pero al momento en que dicen esto, no son merecedores de nada.
La manera de recibir Luz es apreciando cada día lo que tenemos y no llorar por aquello que no tenemos. Si entendemos esto, seremos merecedores de la inmortalidad. Esta es la primera lección del capítulo de Bejukotai.
La segunda lección está relacionada con la comprensión del “panorama completo”. Es muy sencillo quejarse por cualquier cosa que nos ocurre: “¡¿Por qué Dios me ha hecho esto?!”, ¿Por qué me pasa esto a mí, si no lo merezco? Es muy fácil tener lástima por uno mismo y sentir que hemos sido “tratados mal” o injustamente; no sólo por Dios, sino también por nuestros amigos, padres e incluso, hijos.
En este capítulo se revela que existen muchas más maldiciones que bendiciones en este mundo, pero estas existen porque muchas veces nosotros las necesitamos para que nos despierten de nuestro profundo sueño, además que a la luz necesita advertirlos de alguna forma, que no nos queda mucho tiempo! Por lo tanto aveces, en su gran mayoría, necesitamos maldiciones que nos recuerden qué es lo que verdaderamente importa en este mundo, con el fin de que podamos despertar y hacer nuestro trabajo espiritual.
Bejukotai significa “En mis Leyes”, pero de acuerdo con la Kabbalah, no hay ningunas leyes, solo existen Causa y Efecto y de esta forma necesitamos entender que cualquier cosa que obtenemos en la vida depende completamente de nuestras acciones.
Este es el último capítulo del Libro de Vayikrá y cómo pudimos ver en todo el libro leemos acerca de los sacrificios, los cuales sabemos que no son “sacrificios” en el sentido convencional de la palabra, sino que se refieren más bien a dónde nosotros nos sacrificamos.
¿Por quiénes nos sacrificamos? ¿por nuestros padres? ¿por nuestros hijos?
El Zóhar dice muy claramente que esta es una mala interpretación de lo que en realidad nos proporciona este libro. En su lugar, el Zóhar indica que el Libro de Vayikrá contiene las instrucciones para la guerra. No obstante, si leemos todo el libro, no encontraremos mención de ninguna guerra que los israelitas hayan enfrentado, al menos aparentemente o en el sentido literal de la palabra.
Es fácil pasarlo desapercibido, pues la guerra de la que se trata, se refiere a una de tipo espiritual.
De acuerdo con el Zóhar, en Bejukotai tenemos la máxima metodología para la guerra, aprendemos acerca de cómo debemos comportarnos durante la guerra y particularmente, en esta clase de guerra; la cual es una guerra para terminar todas las guerras.
Esto se refiere, a la guerra espiritual que enfrentamos en nuestra vida personal y una vez que logremos ponerle fin no habrá guerras en otros lugares. El Zóhar nos dice que las guerras ocurren a causa de las personas; siempre se trata de las personas. Siempre y cuando la gente no logre hallar paz interior, existirán los conflictos inevitables con las demás personas, ya sea con un vecino o dentro de una familia y estos conflictos personales se diseminan en todo el mundo.
Si no cambiamos, las cosas empeorarán cada vez más para nosotros hasta que nos demos cuenta de que tenemos que transformarnos.
Veamos algunas de las maldiciones que se nombrarán en este capítulo…
• La tierra sufre tanto como el pueblo que la habita. Así como nosotros no podemos lograr nada cuando estamos malditos, la tierra no puede producir frutos.
• En otra serie de maldiciones, se menciona que si algo le ocurre a nuestro ganado o mascotas, tiene que ver con nuestro estado personal, pues tenemos una conexión profunda con los animales y si nuestra mascota se enferma es una llamada de atención que nos indica que hay algo que anda mal espiritualmente con nosotros.
• Otro tipo de maldiciones son las plagas… Donde se menciona que si una cantidad suficiente de personas muestran la misma negatividad, esto desata el poder del Satán. Una masa crítica de negatividad puede crear una abertura que permitirá al Satán atacar incluso a aquellas personas que no lo merecen.
• Luego también nos hablan de la clase de maldicientes más mortales, “destrucción nivel Holocausto”, las cuales se manifiestan a causa de la falta de corrección de la conducta basada en el odio. Por ello es muy necesario que eliminemos el odio dentro de nosotros para que estemos protegidos de este tipo de caos.
En otra sección de esta parashá se habla sobre que tenemos que saber cuánto es suficiente para dar y si estamos dando de verdad o simplemente estamos dando con intensiones ocultas y personales.
Así mismo, debemos ser cuidadosos con lo que damos, por ejemplo: La gente que comparte a través de regalar sus posesiones debe ser consciente de que hay energía en las posesiones, así que si estamos entregando algo a lo cual todavía estamos apegados, podemos entregar negatividad. Tenemos que dar sin ataduras; no podemos querer de vuelta lo que hemos dado ni podemos sentir que la persona que recibió ahora está en deuda con nosotros. A menos que no haya condiciones ni intenciones ocultas con el obsequio, estaremos dando más oscuridad que Luz.
Aprendemos de la Torah acerca de la importancia de donar el diez por ciento de todo lo que tenemos. Esto se debe a que lo que “poseemos” no pertenece a nosotros en realidad. Es de suma importancia no sólo dar, sino también asegurarnos de que les demos a las personas e instituciones correctas. Hoy en día, tenemos que estar seguros de que tanto nuestro regalo como el receptor del mismo estén conectados sólo a la Luz y no a la oscuridad.
Para finalizar, recordemos que no tenemos que esperar los malos momentos para intentar hacer una conexión con el Creador ; sino que hay que desear esta conexión constantemente. Rogar por ayuda a Dios cuando estamos en apuros es un comportamiento reactivo.
Cuando concluimos la lectura de un Libro de la Torah, decimos jazak (que significa “fuerza”) tres veces. El valor numérico de las tres repeticiones de jazak es Mem Hei Shin, lo cual nos proporciona sanación. Necesitamos fuerza pues el camino espiritual no es fácil, y necesitamos fuerza y certeza para aprovechar todo lo que se nos presenta. Los 72 Nombres de Dios nos conectan a la fuerza. de Luz que necesitamos para adquirir el poder de la mente sobre la materia. Y cuando usamos las herramientas de los 72 Nombres, accedemos a la dimensión en la cual la conciencia controla la realidad.
Jazak, Jazak, Jazak!