Vayikra/ Levítico 19:2
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Se ha dicho que la gente se vuelve santa sólo después de que mueren. Hay algo de verdad en esto, después de todo, ¿quién es considerado como santo en su propio tiempo de vida?, vemos defectos en todos, incluso los israelitas querían matar a Moshé en el tiempo que estuvieron en el desierto… Moshé mismo le decía al Creador “¡Van a matarme en cualquier minuto!”, pues los Israelitas literalmente, lo amenazaban de muerte, cada vez que dudaban.
De la misma forma ha sido con muchos otros personajes de la historia que dejaron una gran e importante huella en el mundo, mientras vivían fueron odiados y perseguidos, en el mayor de los casos, en otros considerados locos.
“Con frecuencia, sólo después de que una persona abandona este mundo es que la vemos por quien era realmente y por lo que tuvo para dar”
En esta parashá tres lecciones principales que pueden elevarnos, la primera de ellas es que comenzamos a apreciar lo que tenemos sólo después de que comenzamos a perderlo.
Por ejemplo: ¿Cuántos de nosotros rezamos por salud sólo cuando nuestra salud se ve afectada o por sustento económico solamente cuando nuestras cuentas bancarias están al mínimo?
La Kabbalah nos enseña que nunca perderemos las bendiciones en nuestra vida si aprendemos a apreciarlas.
La segunda lección, nos dice que así como no apreciamos a los demás, los demás no nos aprecian a nosotros. Como respuesta a esto, tal vez hagamos cosas sólo para que la gente nos aprecie y en este punto, debemos aprender de los sabios tzadikim, quienes nunca querían ni esperaban nada a cambio de parte de las demás personas por sus labores, sabían que si dedicaban su energía en atraer la atención de la gente que los rodeaban, “sacrificarían su conexión con la Luz”.
Muchos sabios no sólo fueron poco apreciados, sino que, en realidad eran odiados, no obstante, ese odio no los detuvo en su labor de ayudar a los demás.
Recordemos entonces que no debemos hacer las cosas esperando una recompensa a cambio.
La tercera lección trata acerca del hecho de que nosotros somos la generación más importante en toda la historia. Esto nos se debe a que seamos espiritualmente más elevados que los que estuvieron antes que nosotros, sino porque vivimos en la era del Mashiaj/ Mesías.
“Por lo tanto, tenemos una responsabilidad mayor que la que tuvieron otras generaciones: nosotros debemos aprender a ser inmortales”
Las generaciones de hace 100 ó 1000 años no tuvieron el mérito de vivir en la era del Mesías. Nuestro mérito no solamente es que podemos elevarnos por encima de la muerte cuando abandonemos este mundo, seguir vivos incluso cuando nuestro cuerpo esté en su tumba, sino que en realidad también podemos superar al Satán y eliminar por completo el poder del Ángel de la Muerte. Podemos traer la energía de vida después de la muerte a nuestra vida antes de la muerte y de esta manera alcanzar la inmortalidad.
La Torah nos revela los orígenes de la palabra “religión”, que fue creada por una pequeña secta de personas conocidas como los erev rav (los malignos/ falsos maestros); malignos que sólo tenían en mente expresar intolerancia por su prójimo y que tuvieron su papel importante durante el Éxodo con la construcción del becerro de oro, evento que si recuerdan, hemos comentado en lecciones anteriores y tuvo todo que ver con el hecho de no lograr culminar la misión de alcanzar un estado completo de liberación de la mente esclava!!!Por años, la gente se ha regido por las leyes de la religión, pero dejaron por completo de lado aquélla ley que engloba prácticamente toda la Torah, que establece que debemos amar a nuestro prójimo; tener tolerancia.
Está claramente dicho en el Zóhar que tenemos poca capacidad de eliminar el caos a menos que adoptemos este comportamiento de dignidad humana. No quiere decir tengamos que convivir con nuestro adversario; después de todo, incluso Moshé le pidió a Dios: “Deshazte de esta gente, comienza de nuevo”… y eso que Moshé era un hombre tolerante.
La única razón por la que Moshé fue escogido como líder de los israelitas fue porque era un hombre tolerante, él tenía amor por su prójimo, pero aun así no pudo seguir operando dentro de este marco de tolerancia y amor por el prójimo como a sí mismo, el evento del becerro de oro, fue la gota que derramó el vaso de tolerancia de este gran hombre!
Es complejo pues más entre más cercanía hay entre una persona y otra, lo cual es la base del amor, mayor es la posibilidad del abuso.
Deberíamos amar a aquellas personas que son más cercanas a nosotros, pero a menudo ocurre lo opuesto. ¿Cuántas historias hemos oído acerca de lo difícil que es amar a nuestros más allegados?
El Satán sabe esto y por ello, no se trata de un asunto moral; no es para eso que venimos aquí…
Dice la Torah:
Dado que Dios es santo y nosotros tenemos a Dios en nuestro interior, tenemos que ser santos. Cuando nos hacemos conscientes de la Chispa Divina en cada individuo, despertamos la santidad en nuestro corazón.
Pero ¿Qué significa ser santo?…
Significa que somos conscientes de que el mundo es un todo unificado y que todos estamos conectados entre nosotros mediante la chispa del Creador que reside en nuestro interior. Si lastimamos a los demás, en esencia, nos estamos lastimando a nosotros mismos.
Parte de esto nos lleva al tema de compartir, donde esta lección nos dice que:
“Algo que no es compartido es algo que no es bien administrado en lo absoluto”
Es por ello que es importante tener siempre algo que dar, sobre todo a los que tienen menos y esto se refiere no sólo a lo material, sino a aquello que también nos llena el corazón. Algunos individuos no poseen nada, y este es su aporte, con el fin de ser Vasijas para aquellos que desean compartir, no dar a quien no tiene es dejar pasar la oportunidad que nos permite ser canales de Luz.
El regalo más poderoso que se puede compartir es la sabiduría de la Kabbalah, pues la oscuridad es la causa de todo dolor y sufrimiento y sólo puede existir en ausencia de la Luz. Compartir sabiduría es como encender una vela en un mundo oscuro!
“Pero para estar conectados con la Luz del Creador, tenemos que ser honestos con nosotros mismos y con los demás”
La honestidad en los negocios También es importante porque, si recibimos algo de forma deshonesta, lo perderemos inevitablemente y pero aún, podríamos terminar perdiendo incluso más de lo que ya teníamos.
Hay un orden espiritual que gobierna lo que estamos destinados a recibir: si recibimos algo de la forma “incorrecta” (por ejemplo, mediante robo o fraude), no sólo perdemos lo que ganamos, sino también lo que debíamos recibir en el futuro. En otras palabras, si tomamos lo que no merecemos, algo más nos será arrebatado.
El requisito para poder “amar a tu prójimo como a ti mismo” es la capacidad de amarnos a nosotros mismos. Cuando alcanzamos un estado en el que nos amamos, podemos conectar con la capacidad de poder compartir con los demás buscando dar y no sólo por necesidad de llenar nuestros vacíos, un compartir genuino y sano.
Es importante recordar que hay ciertas cosas que nos desconectan de la Luz del Creador y que una desconexión severa puede conllevar a la muerte física o espiritual. La muerte espiritual es una desconexión de la Luz del Creador que, a veces, también puede resultar en una muerte física; en el caso contrario, una persona puede morir físicamente y aun así, seguir muy vivo espiritualmente, como en el caso de todos los sabios de quienes aprendemos mucho, aún cuando no siquiera les conocimos.
El nivel de nuestra conexión determina cuán vivos estamos en los planos superiores y aquí cabe resaltar que es necesario tomar en cuenta que las consecuencias de todo tipo de relaciones dañinas, por ejemplo, con animales, con personas casadas o entre padres e hijas, son descritas como formas de desconexión espiritual.
Como código final, esta parashá nos recuerda que los israelitas fueron sacados de Egipto y forzados a deambular en el desierto por 40 años para liberarlos de cualquier remanente de la energía de Egipto. A pesar de que los israelitas no pudieron deshacerse por completo del Deseo de Recibir para Sí Mismo, fueron tratados de forma compasiva.
La tierra de Israel es muy diferente de la tierra de Egipto y en términos de los códigos de la Kabbalah, Egipto representa la forma egoísta en la que la mayoría de las personas viven y puede ser un sinónimo del Infierno, mientras que Israel representa dar y compartir y es sinónimo del Cielo. Nuestra decisión de ser seres dadores o no, es lo que determina que vivamos en un Infierno o en el Cielo.
Y con esto cerramos la lección de esta semana.
Stefanie.