Nombres…

Libro Shemot/ Éxodo 1 – 6:1

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La historia del éxodo no trata en realidad de la salida o liberación del pueblo, sino sobre los asuntos que dieron lugar al éxodo en sí.

Los kabbalistas nos han enseñado que la palabra Egipto, en hebreo “Mitsráyim” no se refiere a la tierra física de Egipto, en el desierto con sus pirámides místicas. Egipto/ Mitsráyim es un código que se refiere al EGO que representa el “exilio” en hebreo “galut”… Exilio del que por mucho tiempo se ha creído, es la salida del pueblo hebreo de la tierra prometida “Yisrael”.

Pero el exilio/galut, en realidad se trata de nuestro “exilio personal”, la esclavitud, la enfermedad, el dolor y el sufrimiento que tenemos que atravesar y todos aquellos aspectos de la vida que nos causan dolor y caos.

Por lo tanto los códigos de la Kabbalah nos revelan que cuando Yaakov entra en Egipto, podemos entender que lo que esto significa en realidad es que cuando elegimos conscientemente entrar en nuestro exilio “nuestro caos” con el entendimiento de que es un proceso en el cual llevaremos a cabo nuestro tikún, entonces el tiempo de estadía en ese caos puede ser verdaderamente rápido, pues somos conscientes de la forma de salir de él.

Es decir que en consciencia podemos ver claramente que es un proceso temporal y que puede ser tan rápido como nosotros elijamos realizar nuestras correcciones, para poder acelerar el proceso de salida.

La historia de Shemot trata tanto sobre la libertad que emerge de este caos como de la forma en que eliminamos al Satán/ EGO de nuestra vida.

“Los entendidos brillarán como el resplandor del firmamento, y los que guiaron a muchos a la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad”

El trabajo espiritual de la humanidad es elevarse por encima de las tentaciones del mundo material del 1%, eliminando los velos que son una consecuencia de nuestro comportamiento negativo y que nos impiden reconocer y conectar con la realidad  del 99%. De la misma forma, en el momento que cortamos nuestra conexión con La Luz del Creador, creamos un espacio que Satán llena felizmente.

Esta lección nos cuenta que el Faraón olvidó por completo a Yosef muy a pesar de todo lo que este había hecho por él en cuanto al asenso de poder de todo Egipto y de su gobierno mismo sobre las tierras.

El Faraón es un espejo de nuestra propia naturaleza egoísta, que no duda en tomar y abrir los brazos para recibir beneficio y ayuda de otros siempre que le beneficie. Sin embargo olvidamos las acciones de quienes estuvieron a nuestro lado una vez que esos dejan de vivir de acuerdo a nuestros intereses y nuestras expectativas… perdemos la apreciación por lo bueno que han hecho por nosotros; la bondad se convierte en una obligación, de lo contrario descartamos a aquellos que se rehusan a seguirnos sirviendo de beneficio.

Del otro lado de la moneda tenemos el tema del que se convierte en esclavo del Faraón. En su sano juicio podríamos decir que nadie desea ser esclavo, pero esto resulta falso, pues la realidad es que la mayoría de las personas prefieren por elección propia la esclavitud que la libertad… pero por qué???

“La respuesta radica en los desafíos que acompañan a la libertad”

Un esclavo no tiene que tomar elecciones ni ser responsable de su propia vida, solamente se limita a seguir órdenes aunque estas le pesen a tal punto que encuentran la comodidad en la incomodidad hasta convertirla en algo “FAMILIAR”, algo que incluso puede llegarse a llamar “estar en casa”.

Esto es lo que la Kabbalah explica como “Esclavitud Espiritual”, la cual puede ser muy exigente físicamente pero muchos prefieren esta dificultad en vez de realizar el trabajo espiritual que se requiere para ser y vivir libre.

Es así como se explican las relaciones de abuso o la permanencia en un trabajo insatisfactorio, simplemente la persona prefiere “aguantar” para evitar el doloroso proceso de entenderse a sí mismo y cambiar.


Comienza la historia de Moshé…

El nacimiento de Moshé se llevó a cabo en el momento en el que el decreto de muerte a los primogénitos por parte del Faraón, se encontraba vigente.

Este decreto tenía que ver con una profecía que los asesores espirituales del Faraón le habían predicho, en la cual se hablaba de un “redentor” que sería quien liberaría al pueblo hebreo y con lo que el poder de Egipto se vería comprometido.

El Faraón se intentó ocupar de bloquear dicha profecía… y mandó a echar a las aguas del Nilo a todo hijo varón primogénito que naciera del pueblo hebreo.

“Sin embargo Moshé llegó al mundo como el individuo elegido para ayudar a un pueblo y a la humanidad entera”.

Para proteger a Moshé su madre y hermana Miriam, lo colocaron en una cesta y lo dejaron en las aguas del Nilo… de esta forma los asesores del Faraón dijeron: “Su redentor ha sido lanzado al agua”, creyendo que habían logrado su cometido, el decreto de muerte a los primogénitos recién nacidos fue revocado y de esta forma Moshé inicia su vida librando de la oscuridad a muchas almas.

La hija del Varón lo rescata de las aguas y lo cría como su hijo. La historia cuenta que la hija del Faraón llevó a Moshé con muchas nodrizas, pero este las rechazaba negándose a ser alimentado por aquellas mujeres que provenían del lado negativo. Finalmente Miriam la hermana de Moshé fue llamada para buscar una nodriza de entre su pueblo, para poder amamantar al bebé y de esta forma Yojéved, la propia madre de Moshé fue quien lo alimento y lo crió los primeros años de su vida.

El Zóhar nos explica que la negación de aceptar alimenta de mujeres que provenían del lado negativo nos recuerda que debemos ser selectivos a la hora de buscar la sabiduría que es el alimento de nuestra alma. Debemos ser selectivos y responsables a la hora de buscar nuestros compañeros adecuados quienes nos acompañarán en el proceso de nutrición espiritual.

Moshé creció en la casa del Faraón, fue como uno más de la familia real. Pero cuando alcanzó la madurez decidió que quería sentir el dolor de la gente. El se dió cuanta que aunque él vivía en la abundancia, la seguridad y la felicidad, afuera habían personas que no tenían las mismas bendiciones que él y esto le inclinó a buscar la forma de acercarse y comprender el por qué de estas ambiguas situaciones de vida que se daban en la misma tierra en al que el vivía.

Muy parecida a la historia del Buda, pues al final Moshé logró sentir el dolor de su gente y en algún punto de la historia, seguir el llamado de su alma le permitió descubrir su origen y retomar sus raíces para poder iniciar su misión de vida, en la que no solamente se iluminó, sino que guió hacia la iluminación a todo un pueblo y lo continúa haciendo por toda la humanidad.

Como todos en el mundo, Moshé inició su tikún/ corrección equilibrando karmas pendientes de su encarnación pasada, en la cual el Zóhar nos explica, había sido la encarnación de Hével/ Abel quien murió a manos de su hermano Kayín/ Caín por temas de celos y envidias.

El Tikún de Moshé se activó en día que presenció la tortura que un egipcio ejercía sobre un esclavo. Moshé mató al egipcio y por ello tuvo que huir de Egipto, ya que era perseguido por las autoridades bajo la orden del Faraón quien había ordenado su meurte…

Moshé huye hacia la tierra de Medían en donde después de un tiempo conoció a Yitró quien era la encarnación de Kayín/ Caín. El encuentro entre hermanos se daba en una vida posterior, para permitir la oportunidad de equilibrar el karma pendiente.

Yitró tenía una hija llamada Tzipora, quien se convirtió en esposa de Moshé…

Aquí hay un dato importante que nos explica el Zóhar:

La tierra de Medían era conocida por el nivel alto de poder en relación a las artes oscuras y la magia. Con lo que claramente podemos ver el patrón que se da en relación a los encuentros entre almas gemelas de todos los patriarcas y figuras de poder espiritual de la Torah.

El Encuentro con la Zarza ardiente…

Cuando Moshé estaba empezando su transformación espiritual, Dios utilizó el “arbusto en llamas” para iniciar el proceso de elevar su alma. La naturaleza de Moshé  era muy distinta a la de cualquier hombre convencional. Y por ello fue capaz de convertirse en canal físico para atraer La Luz, y sobrevivir a ello en el Monte Sinaí.

La zarza ardiente representa el concepto de mente sobre materia, del alma que se eleva por encima del reino físico.

El Zóhar nos explica que Moshé no era como los otros profetas o incluso como los patriarcas… Él fue el único capaz de hablar cara a cara con El Creador y sobrevivir a ello; los demás habían hablado con Dios, habían escuchado su vos y sostenían comunicación con él, pero nunca nadie más que Moshé le había visto!

“Moshé se acercó a la oscuridad donde estaba Dios y la llama de Dios se le apareció en medio de la zarza”.

Durante su primera plática con El Creador, el “primer Nombre fue revelado”…

Cuando Dios le dijo a Moshé que le encargaba la tarea de liberar a los israelitas de la esclavitud en Egipto, Moshé le preguntó: Si me preguntan Tu Nombre ¿qué les diré? y Dios le respondió:

tetragramaton
“YO SOY EL QUE SOY”

Debemos tener en cuenta que cada situación invoca un Nombre De Dios distinto, lo que nos enseña que cuando buscamos una conexión con El Creador, debemos saber qué conexión estamos buscando y según nuestra necesidad así será el Código o Nombre que debamos emplear.

Los Nombres De Dios son códigos que invocan las energías específicas que necesitamos invocar por parte del Creador.

Dios le proporcionó a Moshé, la información o las instrucciones de uso de “la vara o báculo” que había llegado a sus manos y le explicó que con ella sería capaz de realizar  milagros. Este báculo tenía grabado en él los 72 Nombres De Dios y el nombre de 42 letras que conocemos como “El Aná Bejóaj”. Estos eran los códigos necesarios para realizar milagros, lo que significa ejercer el poder de la mente sobre la materia. Y le indicó que los utilizara para crear milagros ante los Israelitas y el Faraón y de esta forma apoyar su mensaje de liberación del pueblo.

“Para recibir La Luz de un milagro, debemos estar sinceramente comprometidos a crecer y compartir”. De otra manera no somos capaces de percatarnos de los milagros que se están revelando constantemente a nuestro alrededor.

La historia de este báculo literalmente ha inspirado muchas historias a lo largo de los tiempo y probablemente la más conocida es “La espada en la piedra”. Veamos por qué…

El Zohar nos explica que Dios había creado la vara después de crear todo lo demás. Cuando Adam salió del Jardín del Edén, tomó la vara y se marchó al mundo físico. Finalmente, Noé heredó dicha vara, dejándola a su hijo Shem y sus descendientes, hasta que finalmente llegó a Avraham, quien la entregó a Yitzjak y luego Yaakov/Yisrael, la llevó consigo cuando huyó de su tierra. Cuando se fue a Egipto se la dió a su hijo Yosef y posteriormente la vara pasó a pertenecer a Yitró quien al salir de Egipto, la plantó en su jardín y dijo que aquel que pudiera arrancarla del suelo se casaría con su hija Tsipora.

Muchos hombres intentaron arrancarla con la intención de casarse con Tsipora, pero ninguno lo logro. La vara permaneció en el jardín hasta que Moshe llegó y la sacó sin esfuerzo alguno. Y así Yitró le entregó a su hija Tsipora en matrimonio.

A pesar de que esta vara había pasado de mano en mano por muchas generaciones, nunca nadie había comprendido a cabalidad su uso, hasta que Moshé recibió las instrucciones de parte del mismo Creador.

En cuanto a esto, la Kabbalah nos explica que no estamos hablando de una vara o báculo literal… no se trata de un bastón de madera o de ningún otro material. La vara de Moshé ha tenido muchas versiones en diversas historias, pero en realidad solamente son historias que tratan de dejarnos pistas sobre el maravilloso poder de esta herramienta que en realidad todos poseemos.

“La vara de la que nos habla esta lección se refiere a “Nuestro ADN” y la capacidad de activarlo y utilizarlo de forma consciente y correcta”.

Moshé había salido de Egipto hacía ya 40 años, cuando Dios le ordenó regresar. El número 40 es un número que se repite muchas veces en la biblia y siempre se refiere a retornos te tipo espiritual como los 40 años en el desierto o los 40 días de ayuno en el Sinaí, etc. En nuestra vida actual, también se hace referencia a este número, como por ejemplo cuando hablamos de la cuarentena o los 40 días de resguardo de la mujer en el post parto.

Este período al que se refiere el número 40, siempre representa el proceso de transformación y limpieza. Todos nosotros debeos atravesar un período de limpieza que nos permita lograr las granes hazañas para las cuales vinimos al mundo.

Al regresar a Egipto, Moshé y su hermano Aharón, cumplieron con la encomienda que Dios les había dado. El pueblo les recibió abiertamente y aceptaron los planes de salir de Egipto. Sin embargo cuando Moshé y Aharón se presentaron ante el Faraón, este se negó en otorgar la liberación del pueblo e incluso les aumentó la carga laboral.

Lo que la Kabbalah nos explica aquí, es que así  como el pueblo de Israel estaba a punto de crecer espiritualmente, todos nosotros tenemos oportunidades en la vida de experimentar la misma liberación y crecimiento… pero siempre que se presenta este tipo de oportunidades para transformarnos espiritualmente, debemos primero atravesar una prueba que resulta como un obstáculo, lo cual nos prepara para el esfuerzo que requerimos hacer para alcanzar el siguiente nivel; el cual nos exige atravesar un “ritual de paso” que nos invita a hacernos conscientes sobre si en verdad queremos continuar con el proceso de crecimiento. Nuestra elección debe ser consciente para poder comprometernos y entregarnos al 100% haciendo el esfuerzo necesario para seguir adelante y alcanzar la meta.

Y con esto, terminamos le lección de la semana, la primera porción del segundo libro de la Torah, Shemot/ Nombres.

Les deseo una excelente semana y nos vemos la próxima para continuar con la lección de “Vaerá”.

La Tefa.-

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