Y vivió…

Bereshit/ Génesis 47:28 – 50:26

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Debemos recordar que no hay límites a cuánta Luz podemos recibir si tenemos el deseo. Por lo tanto, NADA ES IMPOSIBLE. Cómo dicen los kabbalistas: “No existe tal cosa como el no puedo; sólo el no lo haré”.

El Talmud también nos recuerda aquello que dice:

“El deseo de la vaca de alimentar a su ternero es mayor que el deseo del carnero por alimentarse”.

Muchas madres entenderán esto cuando luchan persiguiendo a sus hijos con cuchara en mano para hacerles comer mientras ellos solamente buscan jugar, ver Tv o andar corriendo por allí muy entretenidos en sus juegos e imaginación. La madre siente angustia porque le preocupa que su hijo no coma y el instinto materno le dice que su función como madre es velar por los cuidados de su hijo sobre todo mientras éste sea tan solo un niño.

Como madres somos capaces de inventar juegos como técnicas para que el niño coma, podemos ponernos de cabeza o crear escenarios novedosos para que el niño coma incluso sin darse cuenta…

El Zóhar nos explica que así como la madre insiste al Niño para que se alimente, de la misma forma es la insistencia del Creador por alimentarnos de Luz.

“El Creador nos sustenta”

Pero cuando voluntaria y conscientemente accedemos a alimentarnos de Su Luz lo que ocurre es aún más grande!!!

Nuestras manos se convierten como las manos del Creador (si este las tuviera). Dios entra en todas y cada una de las partes de nuestro cuerpo, y así nos hacemos canales de Luz y nuestras manos son capaces de crear cualquier cosa.

En relación a esto la Kabbalah nos explica que El Jardín del Edén no es un lugar al que vamos, sino que este forma parte de nosotros.

“La espiritualidad no es algo que hacemos o a donde vamos unos momentos al día. Es algo qué pasa a formar parte de nosotros; está siempre en nuestro interior, donde sea que estemos”.

Esta es la última porción del primer libro de La Torah “Bereshit/ Génesis”, la lección Vayejí que se traduce como “Y vivió…”, nos habla sobre la muerte de Yaakov quien se había convertido en Yisrael luego de su batalla personal contra el EGO, había traído finalmente la encarnación de los 12 atributos positivos de las energías planetarias a la Tierra a través de las almas de sus 12 hijos quienes figuraron como líderes para las 12 tribus de Yisrael.

En nosotros habitan estas 12 energías y si buen cuando vivimos en automático y sin consciencia nos vemos influenciados por los atributos negativos o energías bajas de los planetas, conocer las historias de los hijos de Yisrael nos ayuda a activar la energía alta de los planetas, conectando con los atributos positivos que nos impulsan a crecer y evolucionar.

Somos el Universo, estamos formados con la energía del Cosmos y conocer cómo funcionan estas energías nos da el poder y la fuerza para conducir nuestra vida con voluntad propia.

El Zóhar nos cuenta que Yaakov/Yisrael se reunió finalmente con Yosef y todos sus hijos estaban juntos para acompañarle hacia el final de sus días. Vivió 17 años en la tierra de Egipto y fue en esa tierra que se le reveló la completitud de la vida. Si bien Egipto era el lugar más negativo por representar al EGO, la Kabbalah nos explica que realmente el origen de la energía negativa es el “cuerpo humano”, cuya esencia es el deseo de recibir para sí mismo… Egipto era el centro de la negatividad porque todo aquel que habitaba allí canalizaba el poder del deseo egoísta conectando profundamente con el cuerpo físico lo que les hizo ser “maestros en el arte de la momificación”.

Yaakov tuvo revelaciones muy grandes en Egipto siendo éste la esencia de la fisicalidad. Era como un cráter infinitamente profundo, un pantano de lodo denso y pegajoso. Y cuando una persona está estancada en este tipo de lodo, tiene que trabajar tan duro como pueda para salir de él. Tiene que emplear toda su fuerza y encontrar más fortaleza de la que nunca ha tenido.

“Solo en un lugar como Egipto, podía una persona ganarse el nivel más elevado de consciencia.”

No es que estos hombres de los que habla la Torah recibieron grandes niveles de consciencia de la nada o de gratis… Yosef, Yaakov y Moshé se ganaron el nivel de consciencia que poseían en Egipto porque Egipto era un lugar en el que era casi imposible comportarse de forma positiva.

Yaakov pudo ver más allá de lo que acontecería a su propia vida y l de sus hijos… pudo ver lo que pasaría hacia el final de los días con la humanidad como la conocemos.

La Torah se refiere al “final de los días” no como al evento catastrófico del final del mundo como en las películas… sino al final de lo que conocemos como un mundo caótico y una humanidad llena de egoísmo y maldad.

La profesora no es solo sabiduría. Es el poder de ver el árbol totalmente desarrollado en la semilla e incluso ver la semilla que más tarde saldrá de ese árbol totalmente desarrollado.

Y este nivel exactamente es el que alcanzó Yaakov antes de su muerte. Sus últimos años fueron los más plenos y felices de su vida.

La Kabbalah nos explica que aveces caemos en la trampa de existir sin vivir realmente… por ejemplo, un padre que trabaja 29 horas al día “por sus hijos” no puede estar realmente trabajando para ellos. Está trabajando y viviendo para el mismo o incluso para su propio Satán/ EGO. Y puede ser que cuando llegue el momento en el que pueda apreciar y disfrutar a sus hijos, será demasiado tarde para conocerlos realmente.

La vida se nos pasa sin poderla vivir de forma plena, porque nosotros mismo nos hacemos esclavos de ideas y creencias impuestas incluso por otros. Dejamos de apreciar lo que ya tenemos y lo que hemos creado y se nos olvida algo muy importante y que resulta ser la clave de la creación…

“Dios creo todo lo que existe y en el último día, descansó para disfrutar de lo que había creado”

Esto nos dice que de nada nos sirve estar creando constantemente cosas o eventos, si no nos tomamos el tiempo para disfrutarlo, porque al final para eso sirve la existencia, para poder disfrutar de lo que que manifestamos.

Formamos familias, con esposos, esposas, hijos e hijas, nietos y toda una gama de generaciones a las que no les dedicamos tiempo para vivirlas, conocerlas y disfrutarlas. Se nos olvida que todo eso salió de nosotros y que no conectar con ello es desconectarnos de nosotros mismos.

La Torah nos cuenta que Yaakov enfermo y que fue la primera persona en la historia que enfermó. Antes de él, las personas elegían abandonar el plano físico.

Bendijo a sus hijos y nietos, de forma individual y en grupo y de esto aprendemos que “la unidad es un componente importante de una bendición verdadera.”

Aunque habían bendiciones separadas para cada tribu, aprendemos que Yaakov también los bendijo en conjunto. Esto nos explica que aunque cada persona tiene dones y capacidades distintas debemos recordar que estamos juntos en este mundo y que todo lo que hacemos individualmente tiene un impacto en los demás.

Sobre la muerte el Zóhar nos explica que morir es solamente el final de un ciclo que abre el camino para un nuevo comienzo, pero que las cosas que terminan para siempre son todas aquellas cosas que no son reales.

Cada pequeño final en nuestra vida es una pequeña muerte. Como los tipos de muerte que se experimentan en la forma de relaciones que fracasan o trabajos que terminan.

La Kabbalah nos explica que la muerte puede ser vencida cuando dejamos de sembrar en el plano del 1% y en lugar de eso sembramos nuestras semillas en el plano espiritual del 99%, donde nada tiene fin y todo perdura de forma permanente y genuina.

Con esta lección terminamos el primer libro de la Torah y decimos “Jazak, Jazak, Jazak” que significa “FUERZA”

Que la fuerza esté siempre en ustedes ✨💪🏻✨ y que tengan un excelente inicio de semana!

La Tefa!

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